¿Crónica de una victoria anunciada?

Salon.com: Cuando vi a Viola Davis en los premios del New York Film Critics Circle, no sabía muy bien qué hacía allí. Estos premios, que a pesar de contar con la presencia de estrellas, carecen de alfombra roja y de cámaras de televisión, se anuncian de antemano y Davis no había ganado. Tal vez fue para apoyar a su compañera, Jessica Chastain, que había ganado como Mejor Actriz de Reparto. Pero Davis estaba allí para presentar a Meryl Streep, la Mejor Actriz del año para esta asociación de críticos por su interpretación de Margaret Thatcher en The Iron Lady.

Davis rindió homenaje a la mujer a la que describió como su ídolo, mentor y amiga. Y también habló sin pelos en la lengua de la soledad de ser una actriz negra ambiciosa pero con muy pocos modelos (de su raza) a seguir (Cicely Tyson y Dorothy Dandridge acabaron, básicamente, tiradas en la cuneta por Hollywood). Sin embargo, el arte y la variedad del trabajo de Streep en el teatro y en la pantalla siempre la habían impresionado, y cuando en 2008 coincidieron en Doubt (película por la que ambas fueron nominadas al Oscar) se hicieron muy buenas amigas. Según Davis, Meryl Streep es un ejemplo de actriz audaz y generosa, que abrió nuevos caminos en lo personal y en lo profesional. Acto seguido, Streep subió al escenario y en su cómico discurso declaró que sólo una minoría de los críticos allí presentes la habían votado (John Anderson, presidente de la asociación, aclaró más tarde que Streep había logrado mayoría de primeros puestos) y continuó agradeciendo a Davis sus palabras: “qué extraordinario y qué generoso por tu parte hacer esto. Este es tu año.”

Ambas demostraron tener mucha clase en menos de cinco minutos. Pero al recordar hoy aquel momento, creo que Meryl ya empezaba a ver antes que nadie lo que ocurriría (y creo también que no tiene ningún problema con que ocurra). Meryl parecía la favorita absoluta al Oscar, tanto por su soberbia interpretación de una figura histórica, como por sus 13 nominaciones fallidas desde que ganara en 1983 por Sophie’s Choice. Al premio de la crítica de Nueva York, Streep sumó otros tantos de diversas asociaciones de críticos, además del BAFTA y el Globo de Oro. La favorita, ¿verdad?...no exactamente. Aunque podría estar equivocado, como la gran mayoría de seguidores de la carrera, apuesto a que Viola Davis se hará con la estatuilla dorada el domingo, y como la gran mayoría, quiero escuchar su discurso de agradecimiento tras ver su interpretación en The Help. Davis ha decidido que, tras una larga carrera en el teatro y de secundarios en Cine y televisión, esta es su oportunidad para mostrar al mundo quién es y qué piensa. Puede parecer una decisión premeditada, pero Davis es una mujer fuerte, inteligente y que piensa por sí misma, además de una actriz excepcional, y en eso no hay nada de estrategia. Ha hablado abiertamente de la incomodidad racial que ha podido despertar The Help y sobre su deseo de un mayor número de ejemplos positivos a seguir que no limiten las opciones de artistas afro-americanos. Con claridad pero sin auto-compadecerse, ha tratado las dificultades de ser una actriz negra en una industria que todavía se apoya en los estereotipos y hasta cómo es ser una actriz negra y de piel oscura en una época en la que, como dijo recientemente, a Halle Berry se lo están poniendo difícil. Gane o pierda este año, a Davis no le ofrecerán la variedad de papeles dramáticos, ni las portadas de Vogue, ni los contratos con Dior que le ofrecen, por ejemplo, a Charlize Theron.

Por raro que parezca ahora, cuando Viola presentó a Meryl en los NYFCC estaba lejos de tener asegurada la nominación incluso. Davis aparecía en un éxito del verano algo facilón, que podría provocar cierta controversia por el asunto racial y que estaba dirigido a un público femenino (dos puntos negativos de cara a una Academia centrada en películas de hombres); una película que había recaudado bastante y que prendía de nuevo la llama del debate sobre la historia racial de Estados Unidos. Y después estaba la cuestión de si su personaje se podía considerar protagonista. La luchadora periodista blanca interpretada por Emma Stone es claramente la protagonista, mientras que la serena y estoica Aibileen de Davis es a Skeeter (personaje de Stone) lo que Robin a un impetuoso Batman. Por otra parte, mientras que el resto de personajes femeninos de la película pueden pecar de histriónicos, Davis da una interpretación con una tranquilidad, calma y dignidad tremendas. Entre tanto histrión, violencia e ingesta de excrementos, Aibileen es casi como un monje zen que contempla el vacío esencial de todo a su alrededor. Sabe mucho más de lo que dice, y Davis lo transmite sin necesidad de palabras, a través de su bagaje, de sus movimientos medidos al milímetro y de sus largas pausas antes de hablar.

Todo lo que hace la Academia se puede (y se debería) ver con cierto toque de cinismo. La nominación a Davis como Mejor Actriz (y a Chastain y Spencer como secundarias) fueron ya de por sí una forma de reconocimiento a The Help como uno de los méritos culturales del año, evitando así la controversia racial alimentada por el estreno del film. Pero Viola Davis ha aprovechado su oportunidad. No sólo la oportunidad de ganar un Oscar, que probablemente lo hará, sino lo que es más importante: ha aprovechado la oportunidad de recordarnos que es una actriz muy poco valorada y muy poco aprovechada y una mujer que expresa con libertad y con franqueza sus pensamientos en el estrellato Hollywoodiense de clichés y bocas cerradas. ¿Deberían darle papeles mejores y más grandes que el de Aibileen Clark? Por supuesto. ¿Fue la suya realmente la mejor interpretación del año? Seguramente no. Pero el Oscar siempre tiene que ver con mucho más que eso, nos guste o no, y alguien con la conciencia social y el sentido del drama de Meryl Streep comprende que sea así. Probablemente nunca sabremos qué le dijo Meryl a su amiga Viola en privado aquel día en los premios de la crítica de Nueva York, pero lo que le dijo en público fue suficiente: “Este es tu año.” Y tenía razón.

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