Editorial: La Academia da un paso hacia atrás

La carrera por el Oscar este año comienza con una constatación: el fracaso absoluto de la estrategia impulsada hace dos años por la Academia para relanzar estos premios y reforzar a la industria de Hollywood. Fue en junio de 2009 cuando Sid Ganis, a través de un comunicado, señaló que tener diez nominadas a mejor película iba a permitir "a los votantes reconocer e incluir algunas películas fantásticas que muchas veces aparecen en las otras categorías de los Oscar, pero que han sido excluidas de la carrera por el premio máximo". Lo que perseguía este cambio poco o nada tenía que ver con ese objetivo. Más bien, sus dos únicas metas eran ayudar a que los estudios ingresaran más dinero gracias a la gratuita promoción que supone ser finalista a la estatuilla; y facilitar la inclusión de películas de gran taquilla para subir los niveles de audiencia de la ceremonia.

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Las cosas no han debido de ir muy bien porque a finales del pasado mes de junio, la Academia nos sorprendía a todos de nuevo al anunciar que a partir de este año, el número de nominadas oscilará entre cinco y diez, y que todo dependerá del porcentaje que logren las películas en la primera fase de votaciones. Desde una perspectiva objetiva, no cabe duda de que la Academia ha dado un paso atrás en su planificación y deshace el camino ya recorrido, además de demostrar que los objetivos reales que perseguían con el cambio no han sido alcanzados. Tal vez les ha faltado valentía para asumir el error y volver a la fórmula tradicional de cinco nominadas, pero puede que éste sea sólo el primer paso para ello. En todo caso, la Academia debería ser consciente de que los Oscar son el principal atractivo de su trabajo y deberían cuidar más su presentación. No es propio de una institución sería cambiar las normas cada año en función de resultados, metas o intereses. No había nada negativo en que fueran cinco los nominados y si ésa es la parada final de esta involución que la Academia ha comenzado este año, lo lógico sería que tomaran la decisión cuanto antes.

El único aspecto positivo de este cambio es que el nuevo sistema de elección de nominadas a mejor película (explicado en un post que publicaremos en las próximas horas) da una relevancia absoluta a las opciones preferenciales de los académicos. Esto quiere decir que toda película que alcance la nominación este año no sólo habrá sido respaldada por un grupo importante de la Academia, sino que será la opción preferida sobre el resto por ese mismo sector. Una buena barrera para dejar fuera de la nominación películas de perfil bajo que, en estos dos últimos años y gracias a la poca habilidad estratégica de la Academia, han acabado como nominadas sin realmente merecerlo.

En lo referente a la carrera que tenemos por delante, puede que estemos ante una de las temporadas más atractivas de los últimos años. Pocas veces se han juntado en un mismo año nombres tan importantes de la industria de Hollywood. Veteranos como Spielberg, Eastwood, Scorsese, Polanski, Allen, Malick, Daldry o Cronenberg entran en liza junto a lo más destacado de la nueva hornada de directores, como Alexander Payne, Jason Reitman o David Fincher, éste último a caballo entre los dos grupos. Un excelente panorama que viene reforzado además por la extrema división que hubo el año pasado entre crítica e industria en sus premios. Mientras los primeros apostaron firmemente por "The social network" como la mejor del año, la industria de Hollywood decidió premiar a "The King's speech". En un año de nombres de gran relumbrón, la gran pregunta ahora es si esa tendencia va a continuar y por qué opción se decantará la Academia. ¿Volverá de nuevo a confiar en los pesos pesados de la industria o apostará más bien por los trabajos de los cineastas más jóvenes?. La respuesta comienza a escribirse hoy mismo.

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