Todo final... tiene un nuevo principio

''Los premios son una tontería. No puedo soportar el juicio de otras personas, porque si aceptas cuando dicen que mereces un premio, entonces tienes que aceptar también cuando dicen que no''.
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Esta frase pertenece a Woody Allen y la pronunció allá por 1974, cuando su película "Sleeper" no obtuvo ninguna nominación al Oscar. El cineasta neoyorquino se ha caracterizado a lo largo de toda su carrera por dar poca importancia a los (numerosos) premios que ha recibido y que le han coronado como uno de los directores más reconocidos del siglo XX. De hecho, a pesar de contar con tres Oscar en su vitrina y otras 17 nominaciones, sólo se ha dejado ver una única vez en la ceremonia de premios más importante del mundo.
Su primer gran triunfo en los Oscar fue en 1976, dos años después de que dejara claro que los premios no formaba parte de su meta. Lo consiguió gracias a "Annie Hall", que se llevó aquella noche cuatro estatuillas: mejor película, director, actriz (Diane Keaton) y Guión original. Para evitar que su ausencia en los Oscar fuera polémica, Allen hizo saber a todo el mundo que aquella noche tenía ya contratado una actuación para tocar el clarinete en un pub de Nueva York. En realidad, en el momento en que "Annie Hall" ganaba el Oscar a la mejor película, Allen ya estaba en casa en la cama, había desconectado el teléfono y se había quedado dormido leyendo el libro "Conversaciones con Carl Jung". Él no conoció su victoria hasta el día siguiente por la mañana.
La dinámica se mantuvo hasta 2002, cuando Woody Allen decidió acudir a la ceremonia para rendir un tributo a su ciudad, a Nueva York, sólo meses después del fatídico 11-S. A pesar de sus continuas negativas en el pasado a no querer formar parte de la fiesta de los Oscar, aquella noche todo el Kodak Theatre se vino abajo y aplaudió al genial director.
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Woody Allen no ha sido el único que ha desairado al tío Oscar. George C. Scott se negó a aceptarlo en 1970 porqué, según declaró, detestaba a su personaje en "Patton", película por la que se le premiaba. El otro caso lo protagonizó Marlon Brando, que no sólo rechazó su premio de 1972 por la película "El padrino", sino que como gesto de protesta envió a la ceremonia a una mujer india para que diera un discurso sobre el mal trato que recibía la comunidad de indios nativos por parte de Hollywood y el gobierno. Luego se supo que la india no era tal, sino una actriz interpretando el papel... nada raro tratándose de Hollywood.
En los últimos años, muchos otros aspirantes a la estatuilla han mostrado su recelo. El año pasado, Jean Luc Godard decidió no volar a Los Angeles para recoger el Oscar honorífico que la Academia le concedió. "Sólo es un trozo de metal", dijo en un claro tono ofensivo. Un actor ya premiado como Javier Bardem apuntó también el año pasado que los Oscar eran, al fin y al cabo, puro mercantilismo. Y Debra Granik, directora de la nominada "Winter's Bone" señaló que la gala era "un circo grotesco".
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Los Oscar, como todo espectáculo mediático, es un blanco continuo de críticas y alabanzas. Podemos todavía en 2011 seguir preguntándonos por qué "Ciudadano Kane" sólo ganó el Oscar al mejor guión original, o por qué John Ford, maestro del western, ganó cuatro premios al mejor director y ninguno fue por películas de este género. Todas estas preguntas sin respuesta, en cierto modo muy elocuentes y respetables, no devalúan el valor del Oscar. De igual modo que tampoco lo hacen Godard, Bardem o Granik con sus opiniones expuestas anteriormente. Ni tampoco Woody Allen acudiendo a la gala o no. El gran valor del Oscar reside en la magia que despierta en los millones de personas en todo el mundo que una noche al año se sientan frente al televisor para disfrutar de esta ceremonia de premios de cine.
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El Oscar, realmente, es el nexo de unión de los amantes del cine que disfrutan de las genialidades del séptimo arte por encima de la valoración de casi seis mil académicos. Los Oscar, como todos los premios de este mundo, no siempre aciertan ni acaban en manos de quien más lo merece. Sólo la historia, como todo arte, acaba dilucidando qué es cine y qué es una obra maestra.
Teniendo en cuenta esta premisa, probablemente no exista en el mundo espectáculo mayor que el de los Oscar. Y frente a los millones de espectadores que una noche al año se dejan cegar por el brillo de las estatuillas doradas, un pequeño número de personas en todo el mundo no sólo viven esa misma pasión una sola noche, sino durante meses. Porque sólo los verdaderos amantes de los Oscar saben que la carrera por estos premios comienza mucho antes de abrirse el sobre. Sólo los verdaderos amantes de los Oscar conocen qué actor ganó este año el premio de la crítica de la Boston o qué película se llevó el galardón a mejor film en San Francisco. Sólo los verdaderos amantes de los Oscar viven la experiencia durante meses antes de que llegue el gran día.
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Y en este blog, por sexto año consecutivo, nos  reunimos los verdaderos amantes de los Oscar para vibrar con una nueva y apasionante temporada de premios. Como en los años anteriores, queremos llevarles a todos ustedes durante los próximos seis meses toda la información sobre la carrera, todos los detalles, todos los datos, todas las opiniones. Queremos ser de nuevo su página de referencia. Queremos volver a reunirnos con ustedes para disfrutar todos juntos de un gran año de cine que nos llevará de viaje por miles de emociones, sensaciones y experiencias, algo que sólo el cine es capaz de transmitir. Y todo para acabar, como el resto de millones de espectadores, sentados frente al televisor esa noche mágica del 26 de febrero. Pero con la agradable sensación de estar viviendo el punto cumbre de un gran viaje que hoy mismo arrancamos. Sean bienvenidos a esta nueva temporada. La carrera por el Oscar ha comenzado.


Oscars 2002 Woody Allen por LTT

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